El linfoma es una enfermedad que puede ser abordada desde distintas alternativas de tratamiento. No obstante, su pronóstico depende del tipo de linfoma en cuestión, siendo los más agresivos los que mejor responden a la terapia.
Cuando una persona recibe un diagnóstico de linfoma es importante que tanto el paciente como su familia puedan conocer los tratamientos disponibles, así como el pronóstico de la enfermedad. La información, siempre que se obtenga de fuentes fiables, brinda poder y certidumbre a las personas afectadas por patologías como esta. Por ello, en este artículo trataremos de recoger las intervenciones médicas disponibles para esta enfermedad, así como información acerca del pronóstico que se puede esperar.
¿Qué tratamientos se utilizan para curar el linfoma?
Esencialmente, existen cuatro tratamientos principales para intervenir sobre el linfoma. La elección de uno u otro dependerá de distintos factores, como el tipo y estadio del linfoma, los posibles efectos secundarios o las preferencias y estado general del paciente. Además, es habitual que los distintos tratamientos se combinen entre sí de varias maneras. Son los siguientes:
1. Quimioterapia
Este tratamiento es el principal y consiste en el uso de fármacos para llegar a destruir las células cancerosas, de manera que estas dejen de crecer y proliferar.
2. Inmunoterapia
En este caso, el tratamiento persigue fortalecer las defensas naturales del organismo, de forma que el sistema inmunitario pueda estar más fuerte a la hora de combatir el cáncer.
3. Terapia dirigida
Este tipo de terapia va orientada a los genes o proteínas específicos del cáncer. El objetivo es frenar el crecimiento y diseminación de las células cancerosas, a la vez que se minimiza el posible daño a las células sanas.
4. Radioterapia
Este tratamiento implica utilizar rayos X, electrones o protones de alta potencia que logren destruir las células cancerosas.
¿Cuál es el pronóstico del linfoma?
En general, no existe un pronóstico general para todos los pacientes con linfoma. No obstante, el progreso esperable de la enfermedad puede definirse en función del tipo de linfoma en cuestión.
Linfoma agresivo
Estos linfomas se caracterizan por mostrar un crecimiento muy acelerado, que va acompañado de síntomas clínicos evidentes y repentinos. Sorprendentemente, estos suelen mostrar una buena respuesta al tratamiento, por lo que su pronóstico suele ser más positivo.
Linfoma indolente
Este tipo de linfoma tiene un carácter menos agresivo, por lo que en vez de hacer una aparición explosiva suele seguir un curso más estable. Aunque son difícilmente curables, en algunos casos es posible que puedan mantenerse controlados con la supervisión médica adecuada.
El proyecto RESILIENCE y el linfoma
RESILIENCE tiene como objetivo reducir la incidencia de la insuficiencia cardíaca en los pacientes que han superado un cáncer. Las antraciclinas siguen siendo el tratamiento de primera línea para muchos tipos de cáncer, pero hasta el 35% de los pacientes que lo reciben desarrollan toxicidad a nivel del corazón e insuficiencia cardíaca.
Por eso, el proyecto RESILIENCE está centrado en pacientes con linfoma que vayan a recibir tratamiento quimioterápico con antraciclinas (al menos 5 ciclos). La meta es desarrollar una intervención destinada a reducir esta consecuencia del tratamiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Todo ello por medio del condicionamiento isquémico remoto, conocido por su abreviatura en inglés como RIC. Con un dispositivo similar al de la toma de presión arterial, se busca interrumpir la circulación en el brazo para enviar señales al corazón y hacerlo más resistente ante posibles amenazas, como la toxicidad por antraciclinas.
Si quieres saber más acerca del proyecto RESILIENCE y de cómo afecta a los pacientes con linfoma, ¡consúltanos!
